miércoles, 18 de agosto de 2010

Punto y aparte*

Imagina que te despiertas encerrado entre cuatro paredes. De repente. Sin saber cómo has llegado ahí. Antes de estar en esa habitación tu vida era normal: tenías amigos, hobbys, sueños, familia, estudios...y, de repente, sin comerlo ni beberlo te encuentras encerrado no sabes dónde, no sabes por quién, y, lo que más te mosquea, no sabes por qué. En esa situación, hasta pasado un rato no se te ocurriría pensar cómo salir de ahí, estarías demasiado entretenido pensando en: ¿qué habré hecho para merecer esto?, ¿por qué yo?, ¿qué he hecho mal?
Ahora traslademos esa situación hipotética a nuestro día a día: ¿por qué cuando surgen problemas, en vez de pensar en cómo superarlos nos martirizamos pensando en el por qué? Nadie dijo que las cosas fuesen fáciles, al contrario, nuestra experiencia nos va diciendo que la vida, el día a día, está lleno de problemas, de preguntas sin responder, de situaciones difíciles...entonces, ¿por qué no nos acostumbramos a pasar página?

Necesito respuestas. Cualquier idea será bienvenida.