miércoles, 31 de diciembre de 2008

FELIZ AÑO 2009

Sonrisas, risas, besos, caricias, abrazos, te quiero, pensamientos, sentimientos…adiós, lágrimas, recuerdos… ¿mentiras?

Libros, apuntes, clases, letras, palabras, frases, párrafos, exámenes…atentado…todos unidos…no hay palabras.

Pasos, coreografías, canciones, masterclass, ritmo, alma, cuerpo, danza, vida, expresión, sentimientos, dejarse llevar…decepciones.

A 31 de diciembre, una se pone a hacer una valoración de cómo ha sido este año. Un año lleno de altibajos, de sonrisas y de lloros a partes desiguales. Pero hoy no voy a hacer una valoración negativa, porque voy a olvidar toda la mentira, la hipocresía, el interés, la maldad…para recordar el amor, la amistad, el cariño, los gustos, la vida, los sentimientos. Porque de todo hay en esta vida, pero hoy sé que merece la pena vivirla y voy a pensar que los buenos momentos, en este año, han superado a los malos. Aunque realmente no lo crea así, hoy ese va a ser mi único pensamiento. Porque sé que tengo gente a mi lado, y ahora puedo decirlo. Aunque haya personas que tal y como vienen se van, hay personas que deciden quedarse a mi lado. Esas personas saben que escribir esto no sería posible sin ellas junto a mí. Por eso, hoy les digo que GRACIAS, de corazón. Y a las personas que han tratado de fastidiarme este año que acaba hoy, ni siquiera les voy a decir nada. Que se digan ellas mismas lo que quieran y crean.

Y yo mientras seguiré sonriendo…

domingo, 7 de diciembre de 2008

Contando estrellas***

Yaiza solía salir a pasear de noche, cuando todo el mundo dormía y la calle estaba desierta, sin coches, sin ruidos, sólo se oía el viento y el ruido de algún pajarillo que no lograba conciliar el sueño. Salía con su gata negra, que le seguía como si fuese su sombra. “Algún día se te escapará”, le solían decir a Yaiza. “Al menos ella será libre”, pensaba ella. Llamaba a su gata Hadi, que en árabe significa “que guía por el buen camino”, y la había recogido en la calle hacía 6 meses y 7 días, cuando él se fue. Desde entonces, había sido prácticamente su última compañía, además de su viejo cuaderno, en el que apuntaba cosas en sus escapadas nocturnas, mientras contaba estrellas. Tenía escritas muchas hojas. Le faltaban sólo 2 caras para acabar el viejo cuaderno. “Me compraré otro la semana que viene”, pensó. Yaiza nunca leía lo que había escrito los días, meses, años anteriores. No quería vivir en el pasado, prefería tratar de leer en su memoria lo que escribiría el mes siguiente, por ejemplo. Siempre se preguntaba si sería algo feliz, si esa noche se verían las estrellas a la perfección, o si, por el contrario, la luna brillaría con tanta fuerza que les robaría todo protagonismo. Entre todo pensamiento, oyó maullar a Hadi, que miraba con sus grandes ojos verdes hacia arriba. Yaiza hizo lo mismo, para contemplar con ilusión la gran luna llena que parecía colgada encima suya. “Menos mal que la luna ilumina mis sueños, porque soñar es lo único que nos queda”. Se tumbó y observó detenidamente el círculo perfecto que brillaba sobre ellos. Cerró los ojos.

“Mañana será otro día”, pensó.