viernes, 26 de agosto de 2011

Paz

Su rostro yacía de lado en el suelo. Sonreía. Hacía mucho tiempo que no sentía tanta paz. Sus pensamientos fluían al ritmo del viento, se dejaban llevar. Imaginaba el mar. Siempre le transmitía paz ese sonido relajante de las olas chocando suavemente contra las rocas, esa brisa que le refrescaba y le peinaba su larga melena rubia, ese azul verdoso casi transparente bajo el que imaginaba todo un mundo submarino.
Se sentía pequeña y grande a la vez. Una persona única entre más de seis mil millones de seres humanos. Sí, esa era ella. Y así quería ser.