miércoles, 9 de abril de 2008

***Run away...***

Y comenzó a correr. Creía que así se conseguía huir de los problemas. Años más tarde aprendería que una sólo puede olvidarse de los problemas afrontándolos y, en la medida de lo posible, solucionándolos. Sin embargo, para darse cuenta de eso, África tuvo que atravesar muchas aventuras y desventuras. Por eso, decidió correr, huyendo así no sólo de los malos momentos de su vida, sino también de los buenos. Ella estaba convencida de que dejaba atrás las discusiones, las frustraciones, las angustias, el dolor…pero en ese momento no se acordaba de que también dejaba atrás la amistad, la belleza, la risa, el orgullo, el amor… Por eso, no dejaba de correr. No dejaba de huir. No dejaba de ser cobarde. Pero, ¿acaso no somos todos unos cobardes? ¿Acaso no hemos huido alguna vez de algún problema? ¿Acaso hemos preferido tragarnos nuestro orgullo a afrontar ciertas situaciones? Y lo que es peor, ¿acaso no hemos querido todos cambiar de vida de pronto? Decir adiós a la rutina y escapar… qué gran sueño…



Tikat...

2 comentarios:

Cristina Mtnez. de Pissón dijo...

Ante todo, muchas gracias por tu comentario. ¡Me alegro de que te guste mi entrada!
He leído esta "reflexión" tuya, y me encanta. Tienes toda la razón, en el fondo somos unos cobardes cuando se trata de nuestros problemas.

Oye me ha gustado tu blog, ¡¡me voy a ir pasando a menudo!! =)

Mirentxu Asín dijo...

Yo creo que la rutina nos la buscamos nosotros mismos. Si cada día tratáramos de hacer algo que haga que ese día sea especial y diferente al anterior, no nos cansaríamos tanto. Suelo pensar mucho en todo esto pero creo que en el fondo es todo una tontería. Nos preocupamos de detalles insignificantes que consiguen molestar nuestro día a día. Mejor sería si nos preocupáramos por lo que de verdad merece la pena.