Me dijo que mirara fijamente la punta del lápiz que agarraba con la mano derecha. Solía hacer caso de sus órdenes, puesto que sus servicios siempre me eran de gran ayuda. A pesar de no conocerle apenas, sabía que era un profesional de confianza. Estaba un poco nerviosa, por lo que el proceso de hipnosis fue más lento de lo habitual. Primero noté un pequeño mareo, luego un cansancio casi insoportable... y el resto no puedo recordarlo.
Me dijo que me imaginara un parque guiado por una gran muralla. La muralla, antigua y seguramente reformada poco antes, servía de mirador de parte de la belleza de la ciudad, entre otras cosas una hermosa catedral, vista en la lejanía. Paseando por ese parque sentí esa tranquilidad que le había pedido que me transmitiera, tranquilidad que apenas se veía molestada por el tráfico de la ciudad. Sin embargo, incluso esos coches, en ese hermoso paraje, transmitían esa paz que todo el mundo necesita en sus estresadas vidas. A pesar de los paseantes, sentía que estaba sola con los bancos, la hierba, los árboles de numerosas especies… De pronto vi una estatua de lo que parecía un hombre. Observé que había varias por todo el paseo. Mi curiosidad me animó a acercarme a leer de quién era la estatua y qué hacía ahí. Descubrí que una era de un tal Pablo Sarasate, violinista pamplonés muy conocido, otro de Sancho el Mayor, rey de Pamplona, y, por último, de Juan Huarte de San Juan, médico y filósofo navarro del siglo XVII.
Este parque era como un lugar de culto a la tranquilidad en medio del caos de una ciudad. Supuse que se trataba de Pamplona, debido a las estatuas de personajes insignes de la capital navarra. Sentía tanta curiosidad por saber el nombre de ese parque que recorrí la muralla para comprobar si era capaz de descubrir alguna pista.
- Vuelves en tres, dos, uno – me dijo - .
La sesión había finalizado. Le pregunté por qué en esa ocasión me había llevado a aquel maravilloso lugar. Contestó que él no podía saber a dónde había viajado, pero quizás ese lugar al que yo había acudido había significado algo para mí en algún momento de mi vida, y por eso mi mente había querido volver.
Salí a la calle sintiéndome tranquila, por lo que había conseguido lo que pretendía al acudir a la consulta del hipnotizador. Sin embargo, me sentía incompleta. No lograba recordar si había estado anteriormente en ese parque pamplonés. Sólo podía descubrirlo de una manera: volviendo a él. Por lo tanto, me planté ahí cuanto antes, para comprobar por qué razón mi mente había acudido a ese parque pamplonés.
Describí mi “visión” a algún paseante, para que me acercara al fin de mi “aventura”. Sólo nombrando la estatua en honor a Pablo Sarasate sabían perfectamente que me refería al parque de
Me senté en la hierba y decidí permanecer mirando aquella fuente.
- Vuelves en tres, dos, uno…
¿Había formado todo parte de la hipnosis?
1 comentario:
uyy beaa reciclando textos e? bueno no me parece mal porque la verdad es que lo de la hipnosis es una idea bastante original, la practica del personaje ya esta puesta en adi, a mi me ha tocado un abogado bastante jodido, habra que empezar a pensar...
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